Cayo Largo del Sur fue en su momento un rincón apartado
de Cuba. Dotado de un colorido particular, sus playas y escondrijos
significaban un espacio digno para el turismo y la protección ambiental.
Como paraíso terrenal, la recreación marinera destapó una
moda de visitar este Cayo, y constituir un privilegio particular que con el
tiempo transformó ese destino en plaza ideal para viajeros en busca de
silencio, intimidad y bellezas naturales. Ubicado en la porción sur-occidental
cubana, tiene historia, magia y un futuro por delante que quieren depararle las
autoridades turísticas, sobre todo de parte de elementos como la fotografía
sumergida, los paseos, y las vacaciones más activas posibles.
Su bautizo se debe a su forma geográfica alargada, como parte del Archipiélago de los Canarreos en su extremo Este, y el más grande de un grupo de los Jardines y Jardinillos conocidos en su momento por los exploradores españoles. Se trata de un escenario muy llano, sin alturas notables, con unos 50 pies sobre el nivel del mar y una superficie de 38 kilómetros cuadrados, con 27 kilómetros en su porción más larga.
Los historiadores reseñan que al Cayo no es necesario crearle una historia para el turismo, pues tiene su propia trayectoria. Documentos señalan que exploraciones arqueológicas ubican tres puntos con la presencia de instrumentos elaborados a partir de caracoles.
En particular en Cayo Largo todo comenzó como industria a partir de 1982 luego de un inicial Hotel Isla del Sur y un servicio incipiente de marina. Precisamente, esta entidad significó principal pilote para la realización del Evento Internacional de Fotografía Subacuática Fotosub.
Además, Cayo Largo cuenta con un proyecto de protección de las tortugas marinas, y otro en el Cólony de cuidado del pez Manatí, al que incorporan a los turistas, con la finalidad de unir la industria recreativa con el cuidado del medio ambiente.
En particular destacan en el Cólony, su proyecto integrador que incluye cada año a 300 estudiantes de Estados Unidos y el Reino Unido, que llegan allí para bucear y realizar tanto actividades científicas como ambientalistas.
Por año en el Cayo se realizan más de 41 mil inmersiones, para potenciar al buceo. El aeropuerto internacional de Cayo Largo recibe vuelos directos desde Milán, Roma (Italia), Toronto y Montreal (Canadá), y en temporada alta turística (noviembre-abril), llegan viajes desde Buenos Aires (Argentina).
Y tales infraestructuras y bondades colaboran en un escenario con mucha historia, lugar de recalo y ataque de piratas, con nombres como Don Hawking, con un primer viaje a estos lugares en 1565. O los conocidos franceses Jean Laffitte y Latrobe por aquellos años de 1819, o el propio Pepe el Mallorquín, corsario o pirata pinero de 1820, entre muchos otros, hasta el punto de hablarse de un tesoro aún no encontrado.
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