Con nombre y encanto de mujer, cosmopolita, marinera y fascinante a pesar del paso del tiempo, es una ciudad que todo forastero llegado a la Isla quiere conocer, caminar, conversar con sus habitantes...
Fue fundada el 16 de noviembre de 1519, por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar, a la sombra de una ceiba que por allí existía, casi frente al mar, donde se celebró la primera misa y el primer cabildo. Se le denominó villa de San Cristóbal de La Habana.
Su nombre proviene, según los estudiosos, del cacique indio Habaguanex, señor de aquellas tierras.
En la actualidad es la urbe más poblada de la mayor de las Antillas y de todo el Caribe insular, con una población superior a los dos millones de personas.
Ocupa el 16º lugar en extensión entre las provincias cubanas con 726,75 kilómetros cuadrados, representando el 0,7 % de la superficie total del país.
Llamada Ciudad de las Columnas por el escritor cubano Alejo Carpentier, es, además, el principal centro de la vida política, económica, científica y sociocultural de la nación.
En 1982, su Centro histórico colonial, el más extenso de Iberoamérica, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esa zona es objeto desde hace varios años de una hercúlea restauración, a cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige el Doctor Eusebio Leal Splengler.
En su costa norte se dibuja un hermoso malecón, que nunca duerme, hasta llegar a una imponente bahía de bolsa, que en el presente es la más notable de la Isla. Desarrollada a partir de un núcleo poblacional originario, La Habana es la fusión de disímiles localidades, barrios, repartos y asentamientos poblacionales.
UN ESTILO, MUCHOS ESTILOS
Desde el punto de vista arquitectónico en sus fortalezas, muros y edificaciones perviven desde la arquitectura colonial y barroca, sobre todo en su parte más antigua de la urbe, hasta el neoclasicismo, el art nouveau, el art deco, el ecléctico, el modernismo y el contemporáneo.
Pistas de estos variados estilos, el visitante lo podrá observar en fortificaciones militares de época como la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1558-1577, y la mayor de su tipo en el Nuevo Mundo), diseñada por el arquitecto Juan Antonelli, y el Castillo de los Tres Reyes del Morro (1589-1630), ubicado a la entrada de la bahía habanera, que da una idea de la supremacía y la riqueza de La Habana de aquellos tiempos. Pero también sobresalen la Catedral de La Habana (1748-1777), el mejor ejemplo del barroco cubano, y el Palacio Aldama (1844), considerado el más importante edificio de estilo neoclásico residencial de la Isla.
La terminal de trenes (1912), la Universidad de La Habana (1906-1940) y el Capitolio (1926-1929) son paradigmas del estilo ecléctico.
Por su parte, el modernismo transformó gran parte de la ciudad y puede ser notado por sus edificios individuales de alta calidad. Tal es el caso del hotel Habana Libre (1958).
La Plaza de la Revolución, el centro político del país, cuenta con muchos edificios modernistas monumentales incluidos los pertenecientes al Teatro Nacional (1958), que recuerda al Royal Festival Hall de Londres. También allí se localizan el actual Palacio de la Revolución (1958), el edificio del Ministerio del Interior y el Memorial a José Martí (1958), la torre más alta de Cuba a 109 metros.
A partir del triunfo de la Revolución, el 1º de enero de1959, se hicieron grandes transformaciones sociales, principalmente en lo referente a la educación, la sanidad pública, los servicios, la construcción de viviendas sociales y edificios oficiales; pero por lo que respecta a la topografía de La Habana, se puede seguir describiendo de acuerdo con las mismas grandes áreas, aunque añadiendo alguna más hasta el presente, que convierten a esta urbe en un caso único entre las grandes ciudades del continente.
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