Nuestro
país tiene muchas curiosidades, una de ellas es la reciente popularidad de dos
callejones que sobresalen por sus ocupaciones, moradores y colorido: El
callejón de Hamel y el callejón
de los Barberos.
Ambos en
La Habana. El primero a 30 minutos caminando desde CASA MAURA, pero el segundo
prácticamente “al doblar la esquina”, quiero aclararte que en Cuba llamamos
callejón a una calle de pequeña longitud.
El
paisaje urbano de Cuba tiene muchas novedades, calles cortas, paseos
históricos, sitios donde ocurrieron acciones culturales y tradicionales, hoy
queremos hablar de estos dos callejones muy particulares, no solo de La Habana,
sino de Cuba. El callejón de Hamel y el de los Barberos otorgan una especie de
broche particular de oro, en cuanto a la actividad en sus espacios, pequeños,
muy pequeños, por demás.
Los viajeros
que llegan a este país, buscan este tipo de lugares para pasarla bien, tomar
fotografías y conversar con sus moradores, aunque en el caso del Callejón de
Hamel, se vea un poco opacada, por los timadores de los turistas, personajes que pueden estar solos o por
parejas de ambos sexos, está última es la versión más popular, se han dado
cuenta que cuando se le acerca un hombre a los viajeros ellos desconfían, pero
cando se acercan en parejas es más fácil,
estos timadores son personas que tratan de obtener ingresos de manera
fácil, estafando de diversas formas al viajero, recomendándoles Restaurantes o
lugares donde pueden beber, o comprar “tabacos baratos” cómo las cooperativas, que
son casas comunes, que se autodenomina cooperativas, creyendo que de esa forma
el viajero lo asocia a agrupación de trabajadores privados, que se unen para
realizar un trabajo determinado, en parte tienen razón, porque son las
cooperativas de la estafa, donde venden tabacos de muy mala calidad, diciendo
que son confeccionados por los propios trabajadores de la fábrica que lo hacen
para ganar un poco de dinero, o pueden invitarlos a los famosos festivales o el
día de la Salsa o de Compay Segundo, que coincidentemente se está desarrollando
ese mismo día, para “suerte” de los viajeros.
Bueno volviéndonos al tema que nos
ocupa hoy, estos
callejones bien pueden aparecer en cualquier filme, novela o serie televisiva,
por su colorido, particularidades y entorno, sumamente cuidado y que reproduce
elementos de la tradición cubana, en el caso del primero desde el punto de
vista religioso y en el segundo como signo de nuevos tiempos económicos.
HAMEL
Cosmopolita y animado, con bailes de origen africano todos los domingos al
mediodía, así de simple y compleja puede ser la descripción del Callejón de
Hamel de la Ciudad de La Habana, fiesta cubana perenne para quienes aman la
alegría. Se trata de un centro de adoración, relacionado con la Santería o
Regla de Ocha, traída en el siglo XVI por los esclavos africanos obligados a
trabajar en Cuba por los colonizadores españoles. Sin embargo, ese escenario
(Callejón de Hamel entre Aramburu y Hospital, Centro Habana) constituye mucho
más de lo que a simple vista se puede apreciar, pues se trata de un proyecto de
cultura comunitaria iniciado por el pintor cubano Salvador González.
Pinturas,
símbolos religiosos y nacionales acompañan los edificios y casas que cubren el
Callejón. Un colorido que inunda, dibujado en portones, rejas, fachadas y hasta
en los cierres de algunas viviendas. La Santería es una fusión de creencias que
incluyen hasta elementos del catolicismo y el africanismo en general. Estos
detalles se entrelazan en el callejón, cuyo nombre proviene del
estadounidense-franco-alemán Fernando Belleau de Hamel, transportista de armas
durante la Guerra de Secesión (1861-1865) y que luego se instaló en ese lugar.
Sin embargo, su valor se resalta en 1990 cuando comienza la iniciativa del
artista Salvador, y quien se codeó con activos colaboradores para desarrollar
esa idea.
Entonces todas las paredes se llenaron de pinturas, murales muy
interesantes que convirtieron inmediatamente al lugar en un punto de visita y
credo.
Se instalaron pequeños talleres, galerías de arte y altares con enfoque
en tres religiones de origen africano: Santería, Palo Monte y la cofradía
Abakuá. Entre sus visitantes estuvieron los estadounidenses Harry Belafonte y
Sidney Pollack o el fallecido cantante cubano Francisco Repilado, conocido en
el mundo como Compay Segundo.
Se trata
de una especie de enclave en el barrio de Cayo Hueso, uno de los más humildes y
conocidos de la ciudad-capital. Salvador pintó murales que cubren toda la
altura y ancho de cada casa, edificios y hasta los tanques de agua, además de
expandir su arte hasta otras plazas cercanas.
El lugar
se transformó de un apartado lugar en medio del cosmopolitismo citadino en un
sitio de cultura, en una verdadera y perenne galería de arte. Aparece el
predominio de colores vivos como el rojo, y las formas de estilo cubista,
surrealista y expresionista. Allí inundan las pinturas de los edificios de
vecinos de hasta cuatro y más plantas.
Para
Hamel sería irreconocible su callejón, un norteño de origen franco-germano que
acuñó su historia en ese barrio e impregnó su apellido en el callejón, motivado
por la generosidad de los vecinos y trabajadores bajo su mando.
Desde
1993, comenzó realmente la presentación de encuentros culturales de distinto
tipo, todos relacionados con los temas que se muestran en el lugar. Un espacio
realmente único, fotografiado por viajeros llegados a la Isla en plan de
turismo o ejecutivos deseosos de conocer más de cerca la cultura autóctona
insular.
BARBEROS El peluquero cubano Gilberto
Valladares (Papito) fue uno de los emprendedores locales que participó el 21 de
marzo de 2016 con el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en una
reunión de dialogo e intercambio. Ese encuentro ocurrió en el Antiguo Almacén
de la Madera y el Tabaco, de La Habana Vieja, donde el estilista dijo al
mandatario que en la actualidad el 95 por ciento de los peluqueros en este país
pertenecen al sector privado.
Papito,
como todos le conocen, es responsable de uno de los proyectos más interesantes
como rescate social para La Habana Vieja, con el nombre de Artecorte (con
premio mundial), ubicado en un callejón sui géneris, el de los Barberos. La
labor de la Oficina del Historiador de la Ciudad (Eusebio Leal), estimula
diferentes planes surgidos en la comunidad, tal y como lo reconoció oportunamente
Gilberto Valladares.
Este proyecto fue elegido entre 300 de su tipo en el mundo
mediante un concurso internacional auspiciado por la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la
Organización Mundial de Ciudades Patrimoniales. Esa entidad patrimonial, con
sede en Canadá, seleccionó en una primera etapa 13 programas, y luego quedaron
tres, que fueron agasajados en su reunión anual de alcaldes en Oaxaca, México
(en 2013), a la que asistió este estilista. Barbero y peluquero desde hace unos
30 años, al graduarse de una de las escuelas de este oficio a los 17, ahora
constituye destacado promotor cultural en el Callejón de los Barberos (Aguiar
entre Peña Pobre y Avenida de las Misiones, parte antigua capitalina). Inaugurado
en 1999, Artecorte se inició en la casa de Papito, quien vive en el Callejón, y
expandió su influencia con el apoyo de Leal para incluso a partir de sus
beneficios económicos fundar una escuela de barbería y peluquería gratuita para
jóvenes del área. Artecorte se engarza con un Barbeparque, o parque infantil de
barbería, en el que además de los niños jugar en aparatos con figura de
herramientas de peluquería, pueden pelarse en un salón creado allí, o con
ayudas a una Casa de Abuelos.
El
proyecto tiene su eje en la casa de Papito, especie de museo activo con
centenares de piezas de barbería rescatadas para una colección viva, pues allí
los clientes se atienden el cabello, con Papito y un grupo de sus
colaboradores.
Papito
comenta que fue uno de los primeros en acogerse a los trabajos por cuenta
propia, modalidad en desarrollo en Cuba. La iniciativa fue mucho más allá, al
incluir colecciones, museo, pintura, música, y la escuela de un año, que en
inicio era para los muchachos del barrio Santo Ángel y luego se amplió a otros
interesados, de otras partes de La Habana.
Esos
detalles los explicó Papito a Obama, cuando aseguró además que se le otorga
singular importancia al tema de los valores sociales, de ahí que en estos
momentos 10 muchachas sordas aprenden ese oficio. Y el Callejón de los
Barberos, sumamente simpático y colorido, cuenta con restaurantes, barberías,
escuela de ese oficio y de peluquería, asientos para tomar sombra en los
paseos, muchas flores y gente amable que es capaz de conjugar la iniciativa de
Papito con el interés por desarrollar el turismo urbano, de cara a las
tradiciones y los nuevos tiempos.
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