martes, 8 de diciembre de 2015

Tiros y cine hablado en el Prado de La Habana


el Paseo del Prado de La Habana

Ciro Bianchi

Muchos recuerdos atesora el Paseo del Prado. Buenos y malos. Tristes y alegres.

Fue, el 9 de junio de 1913, escenario del duelo irregular en que perdió la vida el general Armando de la Riva, jefe de la Policía Nacional. Veinte años más tarde, el 12 de agosto de 1933, en la esquina de Virtudes, caía fulminado por  un disparo certero el coronel Antonio Jiménez, jefe de la llamada Porra, grupo paramilitar con que el dictador Machado perseguía y eliminaba a sus opositores.  También en Prado y Virtudes tuvo lugar el duelo irregular entre los legisladores Quiñones y Collado. Discutieron con aspereza, y cuando la disputa pareció tocar a su fin, Quiñones dio la espalda a su compañero de hemiciclo, ocasión que aprovechó este para balearlo a traición. 

el Paseo del Prado de La Habana
 Un poco más allá, en Prado entre Ánimas y Trocadero, frente a las oficinas del Primer Ministro, en el número 257 de la calle, el entonces sargento Lutgardo Martín Pérez —llegaría a teniente coronel y jefe de la Motorizada en tiempos de la dictadura de Batista— y el parlamentario Rolando Masferrer, de triste recordación, ultimaron a balazos a Emilio Grillo Ávila, alias «Pistolita», caballero de gatillo alegre. Fue en esta refriega en la que, por confusión o error, encontró también la muerte Francisco Madariaga Mulkay, en el momento en que intentaba adquirir un pasaje para trasladarse en avión a la isla de Aruba, donde vivía.
En Prado comenzaron los habaneros a conocer el cine hablado. El hecho, de relieve cultural, ocurrió en el cine Fausto, en Prado y Colón. En Prado y Neptuno, en una sala de fiesta surgió, con el título de La engañadora y autoría de Enrique Jorrín, el primer chachachá. En la esquina de San Miguel, el hotel Telégrafo exhibió en su fachada el primer anuncio lumínico que se conoció en La Habana. Se trataba de una bandera cubana  hecha con bombillos incandescentes y en movimiento, con la que se promocionaba la cerveza La Tropical. El 11 de agosto de 1948, sobre las tres de la tarde, tenía lugar en la sucursal de The Royal Bank of Canadá, de Prado 307, el robo mayor de dinero en efectivo que haya ocurrido en Cuba, al sustraerse más de medio millón de pesos. En la casa marcada hoy con el número 309 murió el poeta Julián del Casal.
Escuela de Televisión, animada por Gaspar Pumarejo, el pionero de la TV en Cuba, transmitía todas las noches desde el local que fuera del cine Prado, en el número 210 de la calle y que es donde radican los estudios de sonido del Icaic.  Además del  ya mencionado Fausto, se encontraba en Prado el cine Negrete, en la esquina de Trocadero, en los bajos del Centro de Dependientes del Comercio de La Habana, y los cines Lara, en el 353,  y Capitolio, en el 563. El teatro Payret, en la esquina de San José,  se inauguró el 23 de enero de 1877 y por su escenario desfilaron famosos cantantes de ópera, actrices como Sarah Bernhardt y bailarinas como Anna Pavlova. Fue adquirido en 1948 por los sucesores de Laureano Falla Gutiérrez. Los nuevos propietarios decidieron remodelar el edificio. Cuando se reinauguró en 1951 se dedicó sobre todo a la exhibición de películas españolas.
El cafecito de García
Casas de huéspedes y  hotelitos de segunda, pero con una buena cocina como el Biarritz, en Prado 519, eran varios en el Paseo. Habría que mencionar asimismo otros como  Regis, en el 163; Areces, en el 106; Caribbean, en el 164; Pasaje, en el 515, y Saratoga, en el 603.  Las tiendas de suvenir para turistas eran igualmente numerosas. Lo mismo que los bares, como  Partagás, en el 359;  Wonder Bar, en el 351, y la Barrita de Don Juan, en el 567.  


Abundaban los pequeños cafés, como el Ninoska, llamado después Barón Bar, en el número 115, frecuentado por Fidel antes de los sucesos del Moncada, y por Max Lesnik, líder de la Juventud Ortodoxa.  En el zaguán del edificio marcado con el número 565, el cafecito  del vizcaíno Lorenzo García servía de tapadera a un lucrativo negocio de préstamos al garrote, en el que el pintoresco sujeto jugaba siempre al seguro. Allí trabajaba el padre del escribidor que, pese a lo modesto de su empleo, recordó hasta el final con alegría aquella etapa de su vida.
Diario de la Marina, periódico fundado en 1832, tuvo no  menos de nueve domicilios hasta su emplazamiento definitivo en Prado y Teniente Rey, edificio construido a un costo de millón y medio de pesos. El decano de la prensa cubana, como se le llamaba todavía en 1960, fue vocero de la burguesía y, en especial, de los intereses españoles en Cuba y en menor medida de banqueros y hacendados.

Casi en el otro extremo del Paseo, en el número 53,  se alzaba el llamado Palacio de la Radio, sede de RHC Cadena Azul y la Cadena Roja, emisoras pertenecientes a Amado Trinidad. Otras radioemisoras  de la calle eran  Radio Mambí (107)  y Radio Caribe, que desde el edificio del Club de Cantineros se mantenía 24 horas al aire. Radio Continental, en el 206, y Radio García Serra, en el 260. En el Paseo del Prado radicaban asimismo la corresponsalía de la Prensa Unida (158) y las redacciones de Diario de Cuba (412) y la revista Lux (615).

el Paseo del Prado de La Habana


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