Después de meses de especulación sobre el desfile
“fundacional” de Chanel en América Latina, cuyos detalles no se revelarían ni
en el último momento, finalmente se supo de qué iba.
Un Paseo del Prado pulido casi totalmente se transformó en un par de horas en un hervidero de artistas, profesionales de la moda y otros invitados. Las franco-cubanas Ibeyi rompieron el silencio de la expectación con un tono ceremonial y tres modelos vestidas de blanco y negro comenzaron su marcha.
Luego, las creaciones se mostraría a ritmo de latin jazz con Aldo López-Gavilán al piano, Ruy Adrián López-Nussa en la percusión y la Orquesta de Cámara de La Habana, dirigida por la maestra Daiana García. El desfile cerraría arrollando con Rumberos de Cuba.
El hilo conductor de la colección fue la reinterpretación de la guayabera, nombrada por Lagerfeld el “esmoquin cubano”.
A lo largo de toda la calle los portales y balcones se llenaron de curiosos que permanecieron aun con una llovizna que amenazaba con convertirse en aguacero de mayo, paraguas mediante. Desde sus palcos ocasionales hacían exclamaciones cada vez que algún famoso entraba en escena, lo mismo Vin Diesel que Omara Portuondo o Alexander Delgado.
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