miércoles, 20 de enero de 2016

Las Calles de La Habana. Trazado (2)

 La reconstrucción de la ciudad por los propios vecinos ante los estragos dejados por la piratería y el corso en 1538 y 1555, permitió la rectificación de las irregularidades del trazado, pero esto sólo puede ser un elemento coadyuvante, ya que posteriormente se convertirá en reglamento al orientarse la medida y orden del trazado urbano. 

La planificación del trazado de La Habana, aunque con cierta flexibilidad, corresponde al típico de las ciudades hispanoamericanas: trama cuadricular en forma de damero, cuyas manzanas de configuración cuadrada o rectangular y las calles relativamente orientadas respondían a un trazado casi rectangular que permitía a la ciudad una mejor adaptación a su medio.


La principal característica de estas primeras calles es su estrechez. Con ella se cumplía la ley del Código Indiano


Código Indiano

La principal característica de estas primeras calles es su estrechez. Con ella se cumplía la ley del Código Indiano de que: “En lugares fríos sean las calles anchas, y en las calientes angostas (…) cuidando… que no lleguen á dar en algún inconveniente que sea causa de afear lo reedificado, y perjudiquen a su defensa y comodidad”. 

La Habana, además de regirse por lo establecido, burlaba con ello los inconvenientes que el trópico le deparaba, de manera que sus moradores pudieran gozar de la sombra proporcionada por las calles estrechas de allí que “con todo y mal trazadas como pudieran estar, brindan una impresión de paz y frescor que difícilmente hallaríamos en donde los urbanistas conscientes ejercieran su ciencia”.

Desde una Plaza Mayor

El damero fue una constante en las Ordenanzas de las nuevas poblaciones, el elemento central del urbanismo hispanoamericano sería la plaza mayor. Desde el punto de vista estructural la repartición del lugar se hacía como lo ordenaban las Leyes de Indias “…comenzando desde la Plaza Mayor, y sacando desde ellas las calles á las puertas y caminos principales…”, pero esta conformación de la estructura urbana respondía a un interés de carácter ideológico: concentrar las funciones públicas, administrativas y religiosas como símbolos de la ciudad y el poder cívico. 

La Plaza Mayor donde se ha de comenzar la población siendo de costa de mar, se debe hacer el desembarcadero del puerto, y si fuera el lugar en cuadro prolongado, que por lo menos tenga de largo una vez y media de su ancho porque será más a propósito para las fiestas de a caballo y otras: su grandeza proporcionada al número de vecinos, y teniendo consideración a que las poblaciones pueden ir en aumento (…) de la plaza salgan cuatro calles principales, una por medio de cada costado y de más de estas, dos por cada esquina.

Plaza de Armas, Habana Vieja

Policentrismo

Es innegable que la Plaza Mayor era el núcleo alrededor del cual giraba la ciudad hispanoamericana, el centro principal estatuido por las Leyes de Indias, que La Habana infringiera con un desarrollo urbano descentralizado originando el policentrismo. Si La Habana cumplía con el trazado de las calles ordenado por la Corona, esta vez se animaba en torno a los centros de sus cinco plazas principales: Plaza de Armas, Plaza Nueva, luego llamada Plaza Vieja, Plaza de San Francisco, Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje y Plaza de la Catedral. Las cuales marcarían, desde mediados del siglo XVI hasta finales del XVIII, la fisonomía de la ciudad, compartiendo entre ellas las funciones sociales, militares, religiosas, administrativas, comerciales y habitacionales.

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